Poema ilustrado

Hay regalos que sorprenden porque no los esperas y tienen esa magia cautivadora. Hace unos días atrás, el artista catalán Jaume Geli me obsequió con la ilustración de uno de mis poemas. Se trata del texto titulado “Ojo de huracán ” de mi libro Tertulias de Acuario.

el centro toca tierra 
a destiempo
 
vendrá el mar
 
gotea sobre el suelo 
el silencio
 
sombras y sospechas

me abro 
en espiral 
me abro 
desnuda de octubre 
me abro 
al ojo de huracán 
 

Jaume ha hecho un trabajo sugerente en escalas de grises que me gusta mucho. Además de visualizar la espiral de los vientos, puedo entrever al fondo unas olas del mar. Ese mar que le nutre de las aguas y que luego descargará con toda su fuerza.

Es muy probable que muchas personas conozcan o hayan escuchado hablar del huracán como fenómeno meteorológico devastador. Y es cierto que los vientos tropicales alcanzan grandes velocidades, superando en ocasiones los 250 Km/h. ¡Es algo brutal! Siempre van acompañados de lluvia, truenos y relámpagos. Y desgraciadamente suelen causar muchos daños allí por donde pasan.

Cuando era niña, desde mi inocencia, me ponía muy contenta si anunciaban la llegada de un ciclón o de un huracán. Entre otras cosas porque esos días no teníamos que ir a la escuela, estábamos en familia y pendientes de los vecinos. Nos cuidábamos mucho más que lo habitual. Atentos a las noticias en la televisión o la radio, escuchábamos con una suerte de miedo y encanto los rugidos del viento. En general la atmósfera era misteriosa y energizante.

La palabra Huracán (huricán o juracán), proviene de la lengua Taína. Significa viento concéntrico o Centro del Viento. Los taínos (indios aborígenes) parecían conocer la forma rotatoria de las tormentas tropicales y representaban a esta Diosa o Cemí con largos brazos en espiral. Hay mucha fuerza en este fenómeno y en el símbolo de transformación y sabiduría que trae el aire en movimiento.

Seguramente de las cosas que me atraen y me intrigan de estos fenómenos es la tranquilidad que habita en el centro. También llamado “ojo”, puede tener una extensión de 40 km. Allí hay sensación de que no ocurre nada, porque hasta brilla el sol y la atmósfera es apacible. Este ojo es transitorio, quizás un momento para reflexionar. Una vez se desplaza, vuelven los vientos y las lluvias en toda su ferocidad palpable.

Muchas gracias Jaume por recordarme con tu ilustración la importancia de habitarnos desde la desnudez, encontrarnos con nuestra sabia esencia y estar preparados para los cambios.

Nos vemos en un futuro poético y cuántico.

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