Si tuviera la ocasión de coincidir con la Rosa, el Dragón y Sant Jordi, seguramente haría el Amor a los tres. No hablo del amor de unas horas, de la ternura efímera, tangible (que también es bello y válido ), sino de la experiencia que se esconde en el rojo de la flor y en el verde de la espina. Me refiero al fuego, a volar en serio, también a la libertad y a la dignidad del caballero. Hablo en definitiva de tejer el amor con imágenes fuera de moda, pero que son válidas si queremos juntar carne y verso.
Pronto estará aquí el 23 de abril. En muchos sitios del mundo se abrirá un rincón virtual para celebrar el talento de Cervantes, de Shakespeare y de miles de autores de libros. “Encerrados” como estamos rendiremos homenaje con lecturas especiales. En Cataluña pondremos seguramente más aliño, porque se celebra además el día del amor.
La leyenda explica que Sant Jordi se enfrentó al Dragón y de la sangre vertida por aquella fiera brotó un rosal. Luego eligió una flor y la ofreció a la princesa como prueba de sus sentimientos. Este abril se romperá en pedazos la tradición del regalo físico: a las mujeres una rosa y los hombres un libro. A través de un cable viajarán los pétalos, las hojas escritas y la mayoría tendrá su regalo (espero que así sea). Con suerte podremos leer la esencia de una rosa y con cierto ánimo oleremos las historias escondidas en los textos. ¿En este juego trataremos quizás de rescatarnos a nosotros mismos?
El bello poema de Nicolás Guillén (1902-1989) “De qué callada manera”, me hace reflexionar. Este autor cubano fue un gran alfarero de la palabra, del color y del ritmo. El Gran Poeta hace malabares con las numerosas esquinas del corazón y por supuesto su aliada la rosa roja, es la máxima expresión de la autenticidad humana.
El símbolo nos recuerda humildemente cuánto bien nos hace el amor y la felicidad. Aunque la rosa es frágil también es poderosa, la Rosa mística habla del camino de la regeneración, de la resurrección y de la inmortalidad del alma. En este jardín humano nuestro, ojalá podamos seguir cuidando de nuestras rosas interiores.
Gracias por compartir. Les espero en un futuro poético y cuántico.