Ariadna no siempre nos deja a mano el ovillo para salir del Laberinto. ¿Cuántas veces hemos de tomar una decisión y nos turbamos? En ocasiones, salimos a batallar contra nosotros mismos porque nos damos cuenta que el enemigo era , si acaso, esa elección que tomamos . Dicen los sabios que somos libres para tomar decisiones, pero parece ser que no lo somos para evitar las consecuencias.
Hace unos días atrás visité por segunda vez el Laberinto de Horta , aquí en Barcelona. Se han dicho muchos piropos sobre el sitio, son halagos ciertos. El lugar es realmente acogedor y sugerente. Los muros de cipreses tientan para ir en busca del centro. Sugerente también se vuelve nuestra mente cuando se prepara a iniciar el juego. Ojalá fuera una mujer de respuestas muy rápidas, pero no, así que tomé mi tiempo para ir a por las soluciones. De poco me sirvió haber visitado el jardín años atrás. Hubo un momento , bajo el sol , que pensé que era mi primera vez y la última.
“…Haz un alto en este día y noche conmigo y poseerás el origen de todos los poemas…”
Walt Whitman
Dicen que las dudas se parecen a los laberintos. Con ellas comenzamos a teorizar, a hacernos ideas, incluso a pasarlo mal. Puede que tengamos ganas de coger algún atajo cuando vemos que pasa el “tempo” y continuamos dando vueltas. En cada ocasión que elegimos se abre un punto de vista, una probabilidad de respuesta y de resultados.
Cuando por fin llegué al centro, la escultura de Eros estaba esperando. Entonces le hice un par de preguntas, en silencio, para no molestar a otros vencedores que también habían encontrado el regalo.
Disfruten de Amaral, esta canción es maravillosa para cualquier tarde de Laberintos.
Gracias por compartir, nos vemos en un futuro poético y cuántico.