Tertulia sexta: ¡Gracias abuelas, “inmensas ellas”!

Tomando consciencia de la vejez.

Para el 2050 ya seré una adulta mayor, una mujer anciana, una de los millones de personas que superarán los 70 años.

Soy una “caminanta” hacia la vejez. ¿Acaso no lo soy desde que nací? Dice la biología que a lo largo del tiempo se acumularan los daños moleculares y celulares de mi cuerpo. Me asegura también que gradualmente descenderán mis capacidades físicas y mentales. Y que allí, con una sonrisa de futuro, me espera la muerte.

Ahora que ya conozco más o menos los augurios de la ciencia: pérdida de audición, cataratas, artritis, dolores de espalda, y un etc que supera el metro y medio; me encantaría conocer el criterio de mi alma. Sólo ella sabe si tendré ocasión como persona mayor de emprender nuevas actividades, de dedicarme a una nueva profesión, de retomar alguna afición; en fin si podré disfrutar del amor desde una perspectiva diferente.

Mientras dialogan mi alma y mi cuerpo (gracias a los servicios de traducción que presta mi mente) pienso unos versos para mis 70 años. Me ayuda recordar las miradas de mis abuelas. Ellas vivieron quizás una época en que la gente respetaba mucho a sus viejos y les cuidaba lo mejor que sabía.

¿Qué nos está pasando? ¿Acaso nos molestan nuestros padres y abuelos porque ya no son tan útiles como antes? ¿Nos preocupa más pasar un buen fin de semana divertido o disfrutar de una mascota que estar pendiente de nuestros ancianos?

Creo que durante mucho tiempo practiqué un reflejo superficial de dar las “gracias” si recibía algo. Un reflejo que me transportaba al pasado infantil cuando me regalaban alguna golosina y mis padres me recordaban que debía ser agradecida.

Con el tiempo fui comprendiendo que ser agradecida no es aquella habilidad para poder conseguir que quien me ayuda o quien me hace un favor continúe haciéndolo. Es un poco más , bastante más, inmensamente más. Fui descubriendo que en el interior de la gratitud superflua, hay otra : la actitud profunda. Esta profundidad es la de saber ponerme en el lugar de la persona que ha hecho algo por o para mí.

Tener el coraje de de darme cuenta del esfuerzo y del amor con que ha hecho su entrega, no siempre me es fácil. Confieso que en muchas ocasiones caigo, me disperso y me quedo en la superficie. Aún así , digamos que cada vez intento despertar a la “responsabilidad” conmigo misma de demostrarle al otro que estoy al tanto. No quiero sencillamente quedarme con la cortesía de una frase bonita “Gracias!”. Ahora intento con un poco más de consciencia, activar mi afecto y mi empatía.

¿Vale la pena entonces reconocer que mi padre, mi madre, mis abuel@s , mis “viej@s” y todos nuestros viej@s, merecen recibir el agradecimiento a sus esfuerzos y a sus entregas? Con humildad creo que sí. Hacia ese camino que transitan o transitaron ell@s, ahora nos encomendamos nosotros: en un tres, dos, uno… porque ya estamos envejeciendo.

Gracias a la invitación de REDESPIERTA, este jueves 28/11/19, haré una lectura de poemas en el Centre Cívic de la Barceloneta.

Estoy encantada de dar las gracias a las inmensas abuelas y madres.

https://www.facebook.com/ReDespierta/

Les espero en un futuro poético y cuántico.

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